Becarios vs. aprendices
El chef Jordi Cruz está de moda, y no solo por su programa televisivo, también sus comentarios sobre que “los becarios que trabajan en las cocinas de los restaurantes de mayor prestigio no deberían cobrar porque es un privilegio aprender y trabajar con ellos”.
Más allá de su opinión, debemos distinguir entre la figura del becario y la del contratado en prácticas. Los becarios son estudiantes que realizan prácticas para completar su formación universitaria o profesional y para especializarse; y el contrato en prácticas es el que se firma para la inserción en el mercado laboral del joven. Si bien, en la actualidad hay más de ochenta mil becarios afiliados a la Seguridad Social, parece ser que hay varios miles más de jóvenes cubriendo puestos de trabajo por parte de empresas que hacen un uso incorrecto de la figura del becario. Esto se complica teniendo en cuenta que además existen distintos tipos de becas, por lo que algunos contratos a becarios se enmascaran como contratos de formación. La verdad es que las cifras reales de esta práctica fraudulenta se desconocen.
Si bien es obligatorio dar de alta en la Seguridad Social desde 2013 a los becarios, no existe un contrato laboral entre ambas partes. La patronal explica, sobre la figura del aprendiz, que el contrato formativo ayuda a una primera toma de contacto con el mundo laboral, a la adquisición de competencias mediante la práctica profesional y que genera una mayor seguridad jurídica para los aprendices y para las empresas: «esta figura debe regularse de forma que no puedan producirse abusos ni fraudes en su utilización que desvirtúen su finalidad […] tal y como se recomienda desde distintas instancias de la UE».